domingo, 14 de junio de 2015

¿Quien nos enseña a amar?

Papa Francisco - Crédito: Bohumil Petrik (ACI Prensa)¿Quien nos enseña a amar? Se preguntaba el papa Francisco en una homilía a comienzos de 2015. Quien nos libera de la dureza de un corazón encerrado en sí mismo, sea cual sea el motivo originario de esa cerrazón, fuese cual fuese la “experiencia dolorosa” que le llevó a esa situación. El mismo papa respondía diciendo que podíamos hacer miles de cursos de espiritualidad, de catequesis, de yoga, etc. pero que sólo el Espíritu Santo es capaz de disipar, de romper esta dureza del corazón y hacer un corazón… “‘Dócil’, dócil al Señor, dócil a la libertad del amor”1
Lo que el papa comenta no es sino una constatación de lo que podemos ver en nuestro entorno, pero también, y penosamente, en nosotros mismos. ¡Ojalá podamos tomar clara conciencia de la profundidad de de esa dureza en nuestro corazón! El papa explicaba que las personas somos infelices porque no amamos, no sabemos lo que es la seguridad, no somos libres porque vivimos atenazados por el miedo a algo. En nuestra inseguridad nos atrincheramos en nosotros mismos, en nuestros círculos personales, o en la comunidad, o en la parroquia, pero siempre en actitud de “cerrazón”. Actitud que puede girar en torno al orgullo, la suficiencia, el pensar que soy mejor que los demás, la vanidad, o los hombres y mujeres espejos que se ven siempre a sí mismos continuamente. Y, encerrados en si mismos, tratan de defenderse creando muros a su alrededor, recreando mundos cerrados en sí mismos. El narcisimos religioso surge de corazones duros, cerrados, no abiertos, que se atrincheran, tratando de defenderse, tras la letra de la ley, de los mandamientos, o de cualquier otra cosa temerosos que les ocurra algún mal,muchas veces imaginario. En su desamor buscan algo que les de seguridad y acaban con una seguridad semejante a la que dan los barrotes de una cárcel, seguridad sin libertad. El papa finalizaba diciendo que quien no ama no es libre, su corazón está endurecido porque no ha aprendido a amar, para luego asegurar que “solo el Espíritu Santo es capaz de romper la dureza del corazón y hacerlo dócil al Señor”.
Cuando leí esta homilía del papa Francisco reflexioné, como en otras muchas ocasiones, sobre los procesos de aprendizaje, cómo somos “herederos” de un sinfín de usos y costumbres de nuestras familias, de nuestro entorno, en unas ocasiones buenos y también, en otros muchos aspectos, lamentables. Y la asignatura del amor no se enseña en ningún sitio. El Papa nos dice que quien nos enseña a amar es el Espíritu Santo. Lo que pasa, al menos hablo desde mi experiencia, es que tampoco se nos enseña a percibir al Espíritu Santo. Sólo cuando vas conociendo personas libres dócilmente abandonadas al hacer del Espíritu Santo, vas descubriendo que no solo son personas santas y admirablemente libres, sino personas que viven en un permanente enamoramiento de Jesucristo, y entonces piensas: “yo también quiero eso”. Pensé en cuantas personas santas, cuantos hombres y mujeres en la Iglesia han pasado por ese maravilloso estado. Conozco algunos pero ignoro muchos, y consideré que podría resultar interesante indagar en sus vidas como parte de un proceso de “aprender a amar”.
Las ciencias sociales nos ayudan a comprender que muchos de nuestros comportamientos son “heredados”, se han aprendido en el entorno familiar o social más cercano. Entonces si tuviésemos referencias de las personas que han aprendido a amar, que no solo han sido felices amando, sino que con su testimonio han dado testimonio se sentirse intensamente amadas por Jesucristo, y se han puesto al servicio de los necesitados, nos resultaría, tal vez, más fácil “aprender a amar” y entrar en esa “hoguera de amor” de la que nos hablan los santos.
Resultado de imagen de comics vidas ejemplares-novaroDe pequeña me fascinaba una colección de “tebeos”, así se llamaba entonces a los “comics”, que se denominaba Vida de Santos. A pesar de todo, en mi juventud acabé abandonando la iglesia y la práctica religiosa durante años, hasta que la Misericordia divina fue reconduciendo mi vida hasta volver al seno de la “Mater et Magistra”. Soy conscientes que aquí y ahora, en una cultura jaleada por el laicismo, lo que voy a decir va contracorriente, pero he de confesar que siempre me encantó andar por el filo de la navaja y nunca me gustó aceptar lo que consideraba indebido, por muy consensuada que estuviera por la mentalidad de la mayoría social dominante. La Iglesia en esta “desnortada” Europa, España incluida, no es un valor en alza, muchos católicos no se atreven -o no nos atrevemos- a confesarlo en público por temor a ser poco valorados, incluso marginados. Cierto que el peso de la historia incide negativamente en esta Iglesia de Europa, pero yo prefiero quedarme con esa poderosa corriente de luz, verdad, belleza, sabiduría que Jesús puso un día en manos de la Iglesia y que ella, con todas sus limitaciones humanas, pese a los pecados de todos los que la integramos, nos sigue transmitiendo. Y su historia está plagada de hombres y mujeres que encontraron el sentido de la vida en el Amor, y desde él transmitieron amor a todo su alrededor poniéndose al servicio de los más necesitados.
Las palabras del Papa no solo me parecen acertadísimas, sino también una preciosa invitación a chequear mi corazón y ver que temperatura de amor tiene. ¿Quien no quiere vivir un permanente amor de abril y mayo? ¿Quien no quiere vivir locamente enamorado como vivieron –como viven- tanto santos en la hoguera de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo?.
1VATICANO, 09 Ene. 15 / 09:47 am .-https://www.aciprensa.com/noticias/papa-francisco-ni-mil-cursos-de-yoga-te-daran-la-libertad-de-hijo-de-dios-23894

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