domingo, 6 de septiembre de 2015

Tu eres mi amada. La impactante experiencia de sentirse hija querida de Dios




Decía Mons Claudio María Celli, presidente del Pontifico Consejo para las Comunicaciones Sociales que no podemos bombardear las redes sociales con mensajes religiosos sino hacernos presentes con “testimonio valiente y claro de las cosas en las que creemos, de Jesucristo”. El hombre y la mujer modernos están cansados, se sienten solos y heridos y a ellos hay que acercarse, hay que saber decirles que Dios los ama tiernamente. Los que estamos en la iglesia no somos los mejores ni los más buenos del mundo, pero sí intentamos que Jesús esté en lo profundo de nuestra vida y queremos testimoniarlo (1).
Sé que soy una mujer creyente, laica y que la Iglesia proclama el apostolado de los seglares como un derecho y como un deber, como participación en la función profética, sacerdotal y real de Cristo. Sé que me gustaría ser santa en medio del mundo, pero también soy consciente de que estoy demasiado instalada en la comodidad, y una cierta nausea de mediocridad me sube de vez en cuando. En mi apostolado me encuentro con diferentes situaciones y no siempre la misma metodología da le mismo resultado porque la personas que escuchan nunca son las mismas. Desde la docencia teológica a la catequesis he encontrado satisfacciones y decepciones. Pero lo que más me ha costado y donde más atención he encontrado es cuando hablo de mi testimonio personal, de mi propia experiencia de fe y de conversión, de como Jesús se ha ido instalando en lo más profundo de mi vida. 
En muchas ocasiones he hablad0 (2) del impacto que me generaron las palabras que oía en la eucaristía cuando decidí volver a misa, allá por año 1992, y que el sacerdote decía cada día en la eucaristía: "Pongamos sobre el altar nuestro deseo de sentirnos queridos por el Padre". Recuerdo, gratamente, como fui adquiriendo seguridad en mi vida, conforme aquella oración se convertía en experiencia que me permitía percibir el amor de los demás, y a partir de ahí, ir creciendo en capacidad de amar y, sobre todo, llegar a sentir el amor de Dios Padre como una realidad. No es un tema del que se pueda hablar con mucha gente. No obstante en frecuentes ocasiones comentaba con una amiga, Manoli, el gozo de vivir la eucaristía desde esa experiencia de amor, y también la incomprensión que generaba en otras personas. No dejábamos de sentir una cierta tristeza por aquellas mujeres que vivían y viven sus relaciones familiares o de amistades, sin una honda experiencia del amor, parece que no se sienten queridas por nadie, y en consecuencia no creen en la amistad limpia, desinteresada y, sobre todo, en libertad.
No tengo la capacidad de poner las cosas pro escrito con la belleza que lo hacen los profesionales de la escritura, pero me encanta encontrarlos. Y encantadísima quedé con Tu eres mi amado, un pequeño y precioso libro de Henri J.M. Nouwen, publicado en 1992, en el que el autor pretendía encontrar un nuevo lenguaje para hablar de espiritualidad a los hombres y mujeres que viven en medio de la sociedad secular. En él encontré páginas deliciosas sobre cómo la experiencia de sentirse amada por el Padre revela una de las verdades más profundas de nuestra existencia.
Cuando alguien revisa su vida, como yo revisé la mía y percibí la suave y silenciosa voz que, en la quietud del corazón, me decía tu eres mi amada, significa que la había escuchado en mi largo caminar, por los diversos caminos que anduve, en mi familia, en mis maestros, en mis amigas, en mis hijos, en todos los que me han cuidado con ternura, me han enseñado con paciencia, y animado a caminar cuando me sentía desfallecer. Y porque la escuché, vencí mis miedos y mis sentimientos de nulidad -que los tuve y grandes-, y he sido capaz de amar, a pesar de todas mis limitaciones, unas veces mejor que otras. Me siento amada y siento una profunda gratitud por el don recibido. Y siento que Dios me llama por mi nombre en aquel que se abre como un horizonte donde se reflejan mis sueños y mis anhelos, y me explica que el don de la gratuidad no tiene "por qués" ni "para qués".
(1) Mons. Claudio Maria Celli Entrevista concedida a ACI Prensa el 18 de noviembre en la ciudad de Lima (Perú), adonde llegó para el 13° encuentro continental de la Red de Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL).
(2) Mª Carmen Martínez hernández. “Tu eres mi amado, en Iglesia en Andalucía, 1 de febrero de 1996

No hay comentarios:

Publicar un comentario